El año 2000 se dio una “nueva” ley forestal, pero recién entró en vigencia el 2001, y solo algunas partes de dicha ley fueron implementadas por partes los años siguientes. Así los primeros años se otorgaron muchas concesiones forestales con fines maderables en medio de paros, incendios y decretos de urgencia. Pero luego estas concesiones se dejaron de otorgar, y aumentó el otorgamiento de otros tipos de concesiones (no maderables, ecoturismo, conservación, etc.). Las denuncias de tala ilegal y corrupción de habían hecho tan comunes por esos años, que casi casi se habían vuelto repetitivas. Así poco a poco, se fue enfriando el dinamismo de los primeros años de implementación, hasta que se llegó a la parálisis y aburrimiento. Por ello el año 2007 se decidió contratar al maestro Alfred Hitchcock, renombrado director de suspenso para que le ponga algo de emoción a la entonces aburrida legislación forestal.  

Alfred Hitchcock

La primera gran jugada del maestro fue promover una modificación de la legislación forestal en medio de la suscripción de un tratado de libre comercio con la mayor potencia económica del planeta y la transferencia de competencias forestales a los gobiernos regionales más débiles del mundo. El 2008, cuando todos estábamos esperando una modificación que ayudara a la legislación a adaptarse a esos nuevos contextos y le diera una nueva energía, ocurrió el primer giro en la trama, la modificación se convirtió en una nueva ley forestal. Este giro sorprendió a todos, pues no hubo ningún tipo de participación ni transparencia en el proceso, pero logró su objetivo otra vez todos estábamos hablando de la legislación forestal, volvieron los talleres, las comisiones y los paros, casi todos querían que se derogara la sorpresiva nueva ley forestal. Pero ello no ocurrió rápidamente, primero hubo una “fe de erratas”, después dos “modificaciones” y solo el 2009 después de un sangriento día del medio ambiente (conocido como baguazo), primero se “suspendió” y luego por fin se derogó la sorpresiva ley. Así en un año, el tema forestal había pasado de una casi decadente monotonía a las primeras planas y el tope de la agenda nacional. Se notaba la mano maestra de quien sabe emplear “confrontaciones de diversa intensidad y elementos sorpresa”.

Habiendo llegado a semejante clímax de la historia, el maestro Hitchcock, propuso lo inesperado otra vez: un diálogo entre los recientes antagonistas, para discutir el tema de fondo: el desarrollo de los Pueblos Indígenas de la Amazonía. Mucho diálogo después no pasó mucho, y casi sin darnos cuenta el 2010 ya estábamos en otro proceso para elaborar una re-nueva ley forestal. De esta manera la trama nos proporcionó una falsa sensación de progreso y avance, para al final dejarnos en el mismo punto de partida: pensando en una nueva ley forestal. Nuevo diálogo y participación para este nuevo proceso, que además fue coronado con una consulta previa que fue considerada por algunos como buena pero que “no debía ser tomada como modelo a seguir”. Se dieron 200 días para la participación ciudadana, pero solo tres para intentar llegar a acuerdos. Se realizaron decenas de talleres en decenas de lugares para al final decirnos que "nos interesa mucho lo que piensan pero eso no significa que les vayamos hacer caso". Los Pueblos Indígenas consiguieron mejor suerte, pues luego de muchas dudas y descartar conveniencias electorales el Congreso de la República intentó hacer una consulta previa. Cada escena fue una sobre dosis de bilirrubina y frustración especialmente preparadas por el maestro del suspenso. Así luego de uno (2008), dos (2009), tres (2010) y cuatro (2011) años había una re-nueva ley forestal y cuando muchos pensamos que el maestro Hitchcock ya no tenía nada con que sorprendernos… nos sorprendió haciéndose cargo de la reglamentación…

Reglamentación

Todos sabíamos que iba ser una reglamentación larga… tanto en tiempo (pues se preveía un año de duración, cuando casi siempre se dan 90 o 180 días) y contenido (si la ley tenía 200 artículos se calculaba un reglamento que la triplique). Pero lo que no sabíamos era lo que puede ser una reglamentación en las manos de Alfred Hitchcock. Lo cierto es que el proceso de elaboración del reglamento se demoró un año… en empezar. Desde entonces gracias a la mano maestra del amo del suspenso han pasado uno (2012), dos (2013), tres (2014) y cuatro (2015) años, habiendo concluido cada uno de los azarosos pasos del proceso de reglamentación. Como si no fuera suficiente complicado hacer un reglamento, se decidió, hacer siete reglamentos, por supuesto para hacerlo más sencillo. Luego de un millonario (por lo costoso) y milenario (por la cantidad de participantes) proceso de participación y consulta con casi todos los actores, como era de esperarse, todos terminaron disconformes pero suficientemente extenuados como para llegar acuerdos y consensos mínimos. Así, el final de cada uno de los pasos de este largo proceso era esperado con angustiosa ilusión, hasta que uno a uno, han ido pasando, hoy solo falta el último. Sin embargo, a estas alturas del tiempo ya no se sabe a ciencia cierta en qué tan alto de la estructura de gobierno se tiene la decisión de aprobación y promulgación de los reglamentos forestales. No obstante, todos seguimos esperando cada día que ello ocurra, antes de ayer, ayer, hoy, mañana, pasado… pasado mañana, o al menos antes que ya no queden bosques. Sin lugar a dudas, el maestro Hitchcock durante ocho años nos ha dejado las pistas de su presencia en esta historia de suspenso de la vida real.

PD: No se pierdan la próxima mega-producción del sector forestal: la implementación de la nueva legislación, para cuyo guion aún estamos buscado autora de telenovelas mexicanas que de la talla.